La OMS aplaude, en uno de los informes presentados en la reunión, los progresos realizados en el uso de la medicina tradicional. Considera exitosa su estrategia 2002-2005, que ahora continúa con una homónima 2014-2023, y se felicita porque, entre 1999 y 2012, los países con estrategia nacional sobre medicina tradicional han aumentado de 25 a 69. Añade más datos: los Estados con regulación en herboristería han pasado de 65 a 119, y los que tienen un instituto nacional de investigación en medicina tradicional y complementaria, de 19 en 1999 a 73 en 2012.
El texto cita la medicina tradicional, pero también la complementaria y la alternativa. Su «demanda continuada» es clara para la OMS, que pone el ejemplo africano, que dispone de un sanador tradicional por cada 500 habitantes, y de un médico por cada 40.000. En Europa habría unos 100 millones de usuarios de la medicina tradicional y complementaria, de los que un quinto la utilizarían de forma regular.
La OMS ve bien que numerosos países quieran integrar estas medicinas en su sanidad. Muchos apuestan por esta vía: Brasil tiene una estrategia de integración, varios países de la zona del este del Mediterráneo regulan el uso de esta actividad por sanitarios, el 84 por ciento de los médicos japoneses utilizan el Kampo (adaptación nipona de la medicina tradicional china) a diario, y en Suiza algunas terapias complementarias están financiadas.
El informe dice que «sin regulación, la calidad y la seguridad no se pueden garantizar»; a este respecto, España avanza hacia una regulación de la medicina tradicional. La ministra Ana Mato llegó a sugerir la «sustitución de medicamentos para afecciones leves por productos naturales» y, con la regulación de la homeopatía en trámite, la polémica está servida.
En los próximos años, la estrategia de la OMS trabajará para hacer progresar las regulaciones nacionales, impulsar la formación de profesionales, y promover la universalidad integrando la medicina tradicional y complementaria en los servicios sanitarios, especialmente en la atención primaria: «Puede reducir la presión asistencial y los costes».
José A. Plaza. Madrid | japlaza@unidadeditorial.es | 27/01/2014 00:00