Se apreciaron notables efectos, como la reducción de la velocidad de crecimiento de tales células. Apuntaba el investigador que ,según sean las combinaciones de fármacos, su concentración y otros factores, ora puede estimularse el crecimiento de células ora ralentizarse. Pomati advertía de los riesgos, especialmente sobre sectores sensibles d ella población, tales como las mujeres embarazadas y los niños. De hecho, decía que no dejaba que su mujer bebiera tales aguas, ya que estaba gestando.
Cada vez van realizándose más investigaciones. Una de ellas , realizada por el equipo de Conrad Volz , de la Universidad de Pittsburg, mostraba como las células del cáncer de mama crecían más deprisa al exponerse a la contaminación hormonal de peces contaminados, que vivían cerca de punto de vertido de aguas residuales en Penssylvania.
Científicos del centro Helmholtz, en Leizpig (Alemania) han ligado bajos niveles de diclofenaco ( un analgésico) con el desarrollo de una respuesta inflamatoria en células sanguíneas, lo cual puede afectar negativamente a las más diversas enfermedades (infecciones, artritis, cardiacas,…), Por su parte la bióloga Sandra Steingraber, del New York Ithaca College, apunta que debe considerarse muy ajustadamente que no sólo importa la dosis sino el momento en el que uno se ve expuesto, así como el efecto conjunto del cóctel” de sustancias que afectan al mismo tiempo.
Pero si hablamos de la contaminación inadvertida por fármacos, podemos considerar otros escenarios además del de las aguas. Pensemos, por ejemplo, en la profusa y no pocas veces descontrolada utilización de los fármacos en ámbitos muy sensibles como la ganadería. Entre las sustancias empleadas se citan los estrógenos anabolizantes que propician el engorde (al contribuir a la retención de líquidos), entre otras muchas. Muchos científicos están preocupados por los posibles efectos sanitarios de ingerir inadvertidamente fármacos al comer carne por ejemplo. Efectos que pueden ir desde la generación de resistencias en las bacterias a la aparición de las más diversas reacciones adversas ,por no hablar de lo delicado que puede resultar la exposición a determinados fármacos, por vía alimentaria, de un grupo tan sensible como las embarazadas.
En España, sin ir más lejos, se han desarrollado investigaciones judiciales sobre venta ilegal de fármacos veterinarios para engorde del ganado, habiéndose denunciado la utilización para estos menesteres, aparte de las consabidas hormonas como el clembuterol, o de antibióticos, de sustancias hipnóticas o psicotrópicas. Prácticas de este estilo distan mucho de ser anecdóticas en una ganadería moderna cada vez más desnaturalizada.
El asunto, preocupa y mucho. Prueba de ello es que importantes revistas científicas como The Lancet hayan advertido acerca de los riesgos ,que desde la Unión Europea se hayan desarrollado algunas iniciativas para controlar el tema, con dudosos resultados o que en España la Audiencia Nacional haya intervenido en varias ocasiones. No obstante, quienes lo investigan sobre el terreno ,como el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil, saben lo extendido de este tipo de prácticas.
UNA SOCIEDAD “MEDICAMENTOSA”
Los efectos de los fármacos sobre el equilibrio químico de la Naturaleza y dentro de ella, sobre los organismos humanos, no deben en cualquier caso descontextualizarse nunca de la situación general de transformación de la química natural , más amplia, de la que nos ocupamos en otros apartados. Los efectos de estas sustancias farmacológicas vendrían así a sumarse e interaccionar con el complejo cóctel químico sintético al que nos vemos expuestos cotidianamente. Es decir, que si hablamos por ejemplo de los efectos hormonales de algunos fármacos, hemos de considerar que al mismo tiempo estamos expuestos a determinados contaminantes (PCBs, dioxinas, pesticidas,…) con efectos hormonales semejantes, y que los efectos pueden potenciarse, incluso aunque separadamente la dosis de cada sustancia concreta fuese muy baja. Además, precisamente, uno de los ámbitos de investigación más interesante en estos momentos, en cuanto a la toxicología se refiere, es el que está mostrando que los niveles “bajos” de una sustancia pueden incluso tener más efecto que los altos en muchas ocasiones.
Y si aquí hablamos de las exposiciones inadvertidas a los fármacos , no deberíamos olvidarnos tampoco de los efectos de los fármacos tomados deliberadamente en una sociedad cada vez más dependiente de ellos. Si estamos hablando de los fármacos como contaminantes del medio ambiente y de sus efectos, no podemos dejar de reflexionar un tanto sobre la causa de dicha contaminación que es el creciente uso de fármacos y sobre hasta que punto ése consumo es racional o no en muchos casos.
Los fármacos son sustancias diseñadas para ser biológicamente activas, esto es, para producir efectos en los seres vivientes. Con independencia de sus efectos secundarios más conocidos, a veces tóxicos, es evidente que con frecuencia contribuyen a complicar el cóctel químico al que ya de por sí nos vemos expuestos, tanto si son consumidos conscientemente como si lo son de forma inconsciente, por el agua o la dieta. Este debe ser otro motivo para insistir en la responsabilidad a la hora de consumirlos.
Basta realizar una revisión de la prensa general y especializada para comprender la cautela que debe tenerse con estos elementos que son administrados buscando la salud pero que no pocas veces manifiestan determinados efectos indeseables (es ya incluso un tópico popular eso de decir que hay fármacos que te arreglan una cosa y te estropean siete). Y eso que lamentablemente poca gente lee lo que dicen las revistas médicas y de farmacología con mucha más frecuencia de lo que los profanos podrían pensar).
Podría hablarse mucho, por ejemplo, de todo lo que se ha escrito acerca de efectos de los anticonceptivos o de tratamientos como la terapia hormonal sustitutiva sobre enfermedades como el cáncer de mama. Un informe de la Fundació Institut Catalá de Farmacología, aludía a la generación de muchos casos adicionales de cáncer de mama anuales a consecuencia de la Terapia Hormonal Sustitutiva, en mujeres menopáusicas. Además, otras mujeres habrían sufrido ictus o tromboembolismo pulmonar. Con el agravante de que muchas de las mujeres 500.000 mujeres tratadas en España eran sanas y ,según el farmacólogo Joan Ramón Laporte, uno de los autores del estudio, se habría promovido este tratamiento por intereses puramente comerciales
(http://www.icf.uab.es/informacion/update_jam/Update/UPDATE2004.pdf http://valencia.abc.es/hemeroteca/historico-20-12-2004/abc/Sociedad/la-terapia-hormonal-causa-16000-casos-al-a%C3%B1o-de-cancer-de-mama_9631065205368.html http://www.eldia.es/2004-12-20/vivir/vivir5.htm http://blogs.publico.es/ciencias/265/hacer-caja-con-la-salud/ )
Constantemente se publican datos acerca de un fármaco que produce ictus, éste otro que se retira por haber producido no se cuantas muertes, éste otro que produce malformaciones, éste otro que daña los riñones,… Y les sugiero que se informen de cuantos de los ingresos hospitalarios que hay hoy en día en el mundo occidental tienen que ver con la ingesta de fármacos, de forma directa o indirecta. Les aseguro que cuando conozcan los porcentajes que se manejan por las autoridades sanitarias es probable que cambie su visión de estos temas.
( http://www.consumer.es/web/es/salud/2002/03/01/38738.php http://www.elpais.com/articulo/salud/farmacos/causan/ingresos/elpepisal/20020226elpepisal_1/Tes http://www.vademecum.es/noticias_detalle.cfm?id_act_not=1301 )
Hoy en día demasiada gente toma fármacos con una alegría desmesurada, desconociendo lo más básico acerca de ellos. No obstante, es interesante recordar que si uno abre uno de esos libros que han integrado la formación básica de muchos médicos, como pueda ser el manual de Patología básica de Stanley L. Robbins y de Marcia Angell, en su capítulo 8, dedicado a la Patología Ambiental , al hablar de las lesiones por agentes químicos, antes de hablar de otras cosas, lo primero que hace es ocuparse de los efectos dañinos que pueden tener determinados fármacos como puedan ser los sacilitatos (como la aspirina) , los barbitúricos o los anticonceptivos. Lo cierto es que esos manuales son bastante incompletos respecto a los temas de los que nos ocupamos aquí , pero lo dicho indica hasta que punto existen afinidades entre los tóxicos farmacológicos y otros, como también veremos cuando en otro apartado nos refiramos , por ejemplo, a los desmanes del milagroso fármaco dietilestilbestrol, tan semejante en algunos de sus efectos al pesticida DDT. Las prevenciones que se tienen ,por ejemplo , en cuanto a la ingesta de fármacos por parte de las embarazadas son otra muestra evidente de todo lo que decimos, al igual que las prevenciones que se tienen en relación a los fármacos caducados que han de gestionarse como residuos peligrosos.
Un porcentaje nada desdeñable de la investigación toxicológica que se hace tiene que ver , curiosamente, con fármacos. Si uno se documenta sobre asuntos como la hepatotoxicidad ,por sólo hablar de un posible efecto sanitario, se dará cuenta del número de fármacos , pertenecientes a muy diversas categorías, que pueden causarla. Muchos fármacos han sido retirados del mercado por ello, pero muchos más siguen en él, ya que es un riesgo que se asume en aras de otros beneficios y suponiéndose escenarios de uso adecuado (incluso dentro de los cuales tampoco se está libre de cierto riesgo).
El sufrido hígado, un órgano al que ya tenemos sobrecargado con tantos contaminantes como ingerimos, ya que se lleva una buena parte del trabajo de neutralizarlos y facilitar su eliminación, se ve además forzado en ocasiones a bregar con otras sustancias como las contenidas en unos fármacos que hemos tomado conscientemente con mayor o menor justificación.
En ocasiones, al margen de otros daños menores, se pueden llegar a producir casos de hepatitis tóxica, que muchas veces no se pueden diferenciar fácilmente de los otros tipos de hepatitis que se diagnostican. Los fármacos son responsables ,además, de un considerable porcentaje de los casos de fallos hepáticos agudos o fulminantes que se atienden en los hospitales (y que pueden derivar no sólo de los fármacos sino también de otros tóxicos).
Uno de los fármacos que con mayor frecuencia ha sido asociado a problemas hepáticos es el paracetamol que además podría tener otros efectos. Recientemente, a finales del verano de 2008, la revista The Lancet publicaba cómo su consumo durante el primer año de vida –cosa extraordinariamente frecuente, ya que es el fármaco más usado contra la fiebre infantil- se ha visto asociado muy notablemente al riesgo de padecer asma cuando esos mismos niños tenía ya 6 o 7 años (en el caso de consumo durante el primer año de vida hacía crecer el riesgo un 46% y porcentajes muy superiores , de hasta varias veces superior, si el consumo proseguía después). Todo además de incrementar un 48% el riesgo de rinoconjuntivitis y un 35% el de eccemas. Estudios anteriores se habían basado en la relación entre el riesgo de asma infantil y la exposición intrauterina de los fetos.
( http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140673608614452HYPERLINK «http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140673608614452/abstract«/abstract )
El citado es sólo un ejemplo de cómo los fármacos, que no dejan de ser con frecuencia sino xenobióticos, esto es, sustancias ajenas a las de la química natural de nuestros cuerpos, pueden añadir más complejidad al cóctel químico con el que tienen que lidiar nuestros organismos. Y todo al margen de que puedan ser una vía de ingreso a nuestros cuerpos de algunas de las sustancias que preocupan a algunos investigadores, como los parabenos.
( http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/14745841 )
Pero extendernos con todo lo que se publica en las revistas científicas sobre los efectos de muchos fármacos precisaría una vasta enciclopedia. Cada semana se publica una cosa nueva. Es algo tan complejo, que no podemos ocuparnos extensamente de ello. Solamente hacer un llamamiento a la cordura y la responsabilidad. Instar a que no se abuse de ellos. En caso de que se juzgue con seriedad que hay que tomarlos, leer muy bien los prospectos. Investigar las cosas. Tener espíritu crítico y no espíritu de cobaya. No creer en las pastillas como en cosas mágicas o milagrosas que pueden solucionar cualquier cosa sin riesgos. Y considerar si no habrá alternativas que no representen una innecesaria introducción de más sustancias químicas extrañas en nuestros organismos.
Hay un aspecto que al menos no querría dejar sin comentar en relación al uso de muchísimos fármacos. Me refiero al hecho de que un porcentaje nada desdeñable de los tratamientos con ellos sean meramente sintomáticos. Es decir, que no atacan la causa sino el síntoma. Porque atacar un síntoma sin más, puede entrañar ciertos riesgos. Uno de los más evidentes es disfrazar u ocultar algo más profundo de lo que ese síntoma no era más que una alerta. Muchas reacciones del organismo son interpretadas ,sin más, como algo engorroso que hay suprimir con fármacos, y no como algo que el cuerpo nos está diciendo y que tenemos que escuchar.
El síntoma que tanto nos molesta puede formar parte a veces también de un mecanismo de defensa del organismo y el fármaco que tomamos para acallarlo puede neutralizar o desvirtuar tal mecanismo. Pongamos por caso que uno se intoxica con algo. Entre las formas de eliminación que el organismo utiliza está la de utilizar la piel (cosa muy frecuente por otro lado). A consecuencia de ello surgen unos granos a través de los cuales toda esa basura pretende ser expulsada al exterior. ¿Qué suele hacer mucha gente?. Ponerse algo para que se neutralice la formación de esos granos (impidiendo ,por tanto, la salida de eso que el cuerpo quiere expulsar y forzando a que se quede dentro forzando a que funcionen otros sistemas de eliminación ,que pueden estar ya saturados, no sabemos con qué resultado). Es sólo uno de los muchos ejemplos que podrían citarse.
Son evidentes los riesgos de dedicarse a neutralizar o a desvirtuar sistemáticamente las respuestas de nuestro organismo, presuponiendo acaso que todo lo que hace es “patológico” cuando a lo mejor es algo que hace para restablecer el equilibrio. Nuestro cuerpo es fruto de millones de años de evolución y es probable que fuese bueno que se le dejase actuar a veces por sí mismo sin introducirle sustancias extrañas que, en algunos casos al menos, es probable que más que ayudarle estén contribuyendo a complicar lo que sucede. Y eso que no nos referimos a los efectos secundarios de muchos fármacos ,porque a veces son tantos que más que secundarios parecen muy principales. ¿Se está evaluando correctamente cuando es realmente necesaria una intervención química y cuando no?.
Convendría que se reflexionase sobre cuantas cosas que podrían haberse remediado por sí mismas , a lo mejor con una suave ayuda , pero nunca con un sabotaje contra la propia respuesta orgánica, pueden haberse acabado convirtiendo en dolencias crónicas y más profundas. Obviamente estas cuestiones son muy complejas y no puede generalizarse, pero es probable que muchas veces un injustificado intervencionismo químico haya hecho que unos síntomas que podrían haber sido transitorios se hayan hecho crónicos al agravar el problema de base.
Creo que demasiadas veces no comprendemos a nuestro propio cuerpo. Por paradójico que resulte decirlo –mayor paradoja no cabe- no sabemos ponernos en su propio pellejo. Y creo que es urgente que aprendamos a hacerlo. La inhibición de una respuesta orgánica con una droga no hace que la tendencia a que una respuesta se genere desaparezca sino muchas veces lo contrario fortalece la intensidad de la respuesta, de modo que hay que ir subiendo la dosis de la droga consiguiendo cada vez menos efectos. Finalmente, bien puede suceder que tengamos una respuesta brutal y que ya no haya dosis alguna de la droga que pueda detenerla.
Buena parte del esquema de la medicina actual, basada extremadamente en los fármacos, es “anti”: anti-histaminicos, anti-inflamatorios, anti-bióticos,… es decir, se basa en ir a la contra. En algunos casos, pensemos por ejemplo en escenarios de urgencia, este esquema puede salvar una vida y ser tremendamente eficaz. El problema surge cuando no se aplica para casos realmente indispensables, sino de forma indiscriminada, ante síntomas mínimos. En estos escenarios la represión sistemática de mecanismos orgánicos puede tener efectos no tan positivos.
Uno de los ámbitos donde más claro lo está viendo la comunidad científica es el de los anti-bióticos, cuyo abuso ha conseguido que los microorganismos se hagan resistentes. En estos momentos existe una enorme preocupación por la pérdida de eficacia de anti-bióticos fundamentales. Pero podría decirse algo semejante de otros problemas, como puede ser el efecto rebote que están generando muchos calmantes. Muchas personas arrostran la perspectiva de dolores crónicos que acaso no habrían tenido si no hubiesen abusado de ciertos fármacos.
( http://www.consumer.es/web/es/salud/2003/12/29/93274.php )
Si hablamos de las alergias , convendría establecer cuantas de ellas puedan haber ido a más por razones como éstas y cuantas se habrían superado en sus primeras fases, si no se hubiese impedido la respuesta natural del organismo. Debe tenerse en cuenta que a veces no sólo puede ser que sea peor el remedio que la enfermedad , sobre todo en los casos en que no estaba claro que realmente hubiese una enfermedad con una entidad que justificase cierta aplicación de un remedio, sino que el remedio puede acentuar más que corregir la propia enfermedad.
La cuestión fundamental es establecer si existe o no una tendencia a un excesivo intervencionismo químico que no contempla debidamente leyes universales, como ésa que dicta que a toda acción sigue una reacción, que muchas cosas son como un muelle y que si lo presionamos en una dirección acabará luego disparándose en la contraria. Atacar síntomas sin considerar las causas puede tener efectos muy previsibles de debilitamiento de sistemas del organismo a los que se priva del ejercicio de dar sus propias respuestas, de creación de dependencias, de pérdida progresiva de eficacia del fármaco y de subsiguientes efectos rebote.
Es evidente que lo más cómodo y rápido, y más en unos sistemas sanitarios con poquísimo tiempo para poder atender debidamente a cada paciente, es recetar un tratamiento químico sintomático y no un tratamiento integral al que podría llegarse con una evaluación más profunda. Es más, muchas veces es de hecho lo que los pacientes quieren: que les den una pastilla que les quite fulminantemente algo que les molesta (es como si muchos pensaran que hay pastillas milagrosas y sin duda que la machacona publicidad de las farmacéuticas influye en tener tales concepciones). De hecho, no es infrecuente que muchas personas se automediquen sin más sin ni siquiera pedir hora a un médico.
Hay otros asuntos ligados al uso de fármacos que merecerían ciertamente que se hablase mucho de ellos, como la tendencia que existe en muchos países occidentales a drogar a muchos niños y no digamos a los ancianos para que no molesten en exceso, disfrazando el hecho con toda clase de eufemismos.
El tema, por supuesto es muy complejo y cabría introducir muchos matices, pero le invito, querido lector, a que reflexione sobre ello si es de los que, ante unos pocos estornudos primaverales , ante el más mínimo dolor o molestia, o ante, pongamos por caso, unos granos,… cree que la solución inexorable es un bombardeo químico del interior de su organismo. Es un poco como ese chiste de humor negro en el que uno dispara primero y pregunta después cuando lo que hay que hacer, obviamente, es conocer muy bien un terreno antes de adentrarse en él.
Simplemente invito a que se cuestione el exceso de intervencionismo químico en el cuerpo humano y sus posibles consecuencias. Máxime cuando, como ya hemos visto hasta ahora, y veremos más en otros artículos, el cuerpo ya tiene bastante química extraña con la que lidiar.
En cualquier caso, es evidente que esta situación de excesos , aunque pueda perjudicar a la salud y al bolsillo del conjunto de la población , tiene grandes beneficiarios. Y el contexto actual no es nada halagüeño si se tiene en cuenta que hay científicos que están denunciando en las revistas médicas cosas como ésa que se define como “tráfico de enfermedades” ,es decir, que algunas grandes empresas del sector están influyendo para que se considere como enfermedades cosas que hasta ahora no lo son ni por lo más remoto a fin de incrementar las ventas de fármacos. La idea es incrementar el tratamiento químico hasta extremos inauditos, haciendo que se considere “patológica” cualquier cosa, sin excluir en muchos casos la manipulación de informes para que exageren ciertos aspectos.
( http://www.elnuevodiario.com.ni/especiales/29392 http://www.publico.es/ciencias/120417/enfermos http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Vendo/enfermedades/carta/remedios/elpepisoc/20081009elpepisoc_1/Tes?print=1 )
Al final, si se imponen ciertas tendencias interesadas, llegados a ciertos extremos, incluso la población sana podría acabar siendo medicada en masa y sin que exista más necesidad que la de incrementar las estadísticas financieras de alguna empresa farmacéutica.
La situación está llegando a tales niveles ,no sólo por lo dicho sino por muchas más cosas, que probablemente debería replantearse el peso que el factor farmacéutico tiene en la medicina actual y realizar una profundísima reconversión de la medicina moderna . Pero como decía al principio, este tema es tan vasto que no puedo extenderme más sobre él.
Les recomiendo un artículo de Marcia Angell, doctora con un enorme prestigio , que fuese durante veinte años directora de la afamada New England Journal of Medicine. El título del artículo lo dice todo: Is Academic Medicine for Sale?
( http://www.mindfully.org/Health/Academic-Medicine-Sale18may00.htm http://content.nejm.org/cgi/content/extract/342/20/1516 )
En fin, que es mucho lo que deberíamos reflexionar acerca de la medicina moderna y, en especial, sobre el peso desmedido que los intereses de la industria farmacéutica tienen en ella.
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ALGUNOS ARTÍCULOS MÁS, LIGADOS A LA INFORMACIÓN PRECEDENTE:
( http://www.ambientum.com/boletino/noticias/Siete-imputados-por-el-vertido-contaminante-en-el-R%C3%ADo-Lenguelle-(Galicia).asp ) .
( http://ecodiario.eleconomista.es/salud/noticias/1011265/02/09/GaliciaSogama-alega-que-no-podia-reciclar-envases-de-medicamentos-y-que-el-unico-destino-posible-era-el-vertedero-de-Areosa.html )
http://tierrasdesantiago.es/index_3.php?idMenu=321&idNoticia=371058
( http://www.diariomedico.com/edicion/diario_medico/entorno/es/desarrollo/1077074.html )