El agente infeccioso, virus o bacteria, es imprescindible para que se produzca la enfermedad infecciosa, pero no es su causa. Los portadores, las personas que tienen el microorganismo pero que no desarrollan la enfermedad, son la prueba de ello. Son las alteraciones del ecosistema interno o terreno (falta de higiene, desnutrición o sobrealimentación, consumo de drogas, exceso de medicación…) y externo (contaminación, cambio climático, manipulación genética…) del individuo las que hacen que el terreno se modifique y favorezca el avance y desarrollo de la infección.
Existen unos hábitos, una forma de vida, que favorece la homeostasis o equilibrio interno y nos ayuda a mantenernos sanos y a recuperar la salud cuando la perdemos. Mientras la prioridad sea combatir el microbio con fármacos que deterioran más el terreno y fomentan las recaídas o reinfecciones y las resistencias a la medicación, se hará difícil disminuir las enfermedades infecciosas.
Es necesario también el abordaje desde disciplinas médicas enfocadas en la mejora del terreno/inmunidad (medicina naturista, medicina tradicional china, homeopatía…) y dejar el tratamiento farmacológico, cuando existe y es eficaz, para las situaciones en que la intensidad y agresividad del virus o bacteria lo requiere. Hemos de ir hacia un tratamiento integrativo escogiendo lo mejor para la persona en cada momento, evitando ante todo perjudicar al paciente, y sabiendo que también existen alimentos y preparados fitoterapéuticos con actividad antibiótica y antiviral, que en algunos casos pueden reducir el uso de fármacos.
El contagio se produce de persona a persona a través de las pequeñas gotas que se expanden al salir de la boca o la nariz de un afectado, cuando tose, estornuda o exhala, o simplemente habla. Estas gotas pueden permanecer en el aire hasta 30 minutos, y después depositarse en los objetos (la propia ropa) y superficies cercanas (hasta 1,5 metros desde donde se estornudó con fuerza). El contacto de nuestras manos con estas gotas, es la vía más frecuente de contagio. Se estima, que, según el material en que estén, estas gotas pueden mantener el virus activo de horas hasta nueve días.
La covid-19, por lo que se conoce hasta ahora, tiene una evolución muy impredecible. Pero podemos decir claramente, que, a pesar de su espectacular incidencia en la vida cotidiana, en la política y en la economía, es una enfermedad con una mortalidad muy inferior al cáncer, a las enfermedades cardiovasculares, a la diabetes, a la gripe… y a la miseria y el hambre.
Hasta ahora, el mayor esfuerzo se hace para evitar su propagación con las medidas de aislamiento de la población, la utilización de mascarillas y las medidas higiénicas como el lavado de manos y la desinfección de los objetos y mobiliario. La mejora del terreno, o estado de salud de las personas, resumido en unas buenas defensas o en una buena respuesta inmunitaria, no es abordada.
Prevención y tratamiento integrativo de la enfermedad Covid-19:
Nuestra propuesta para reducir los casos de covid-19 con sintomatología, y por tanto susceptibles de ser tratados y de saturar las consultas médicas, además de todas las medidas que se están implementando actualmente para evitar la propagación del virus y el colapso del sistema sanitario, es mejorar el terreno (estimular la inmunidad general: específica e inespecífica) para que aquellos que reciban el virus no manifiesten la enfermedad, o la padezcan de la forma más leve posible.
La mejora de la salud del paciente, del terreno, de sus defensas, de su sistema inmunitario, es una barrera para la multiplicación del virus, y un recurso eficaz para combatirlo cuando ya se ha activado con toda sintomatología que le acompaña.
Consejos prácticos
Para la prevención durante la epidemia (pandemia):
● Tomar suplementos que contengan en su composición Vitamina C, própolis, equinácea, tomillo…; preparados con lapacho o pau d’arco (potente antivírico natural) o de hongos inmunoestimulantes (maitake, reishi, shiitake) … para aumentar la inmunidad y combatir el virus. No es necesario tomarlos todos al mismo tiempo. Escoger dos de ellos y tomarlos en la dosis indicada.
● Como alimentos reforzantes de la inmunidad podemos incorporar jalea real o polen (una toma diaria de uno de ellos), levadura de cerveza o nutricional (dos o tres cucharadas soperas diarias en ensaladas, o con caldos vegetales o zumos naturales).
● Beber durante el día, fuera de las comidas, infusiones de tomillo y jengibre.
● La canela es una especia con propiedades antivíricas, y el aceite de coco, en varios estudios, ha demostrado actividad antivírica para los coronavirus. Su uso en la cocina es recomendado.
● En ayunas o a media mañana, cuando siente mejor, tomar un zumo de fruta cítrica recién exprimida, rica en vitamina C (limón, naranja, mandarina, pomelo…), o una macedonia con alguna de estas frutas a las que se le puede añadir kiwi, piña, fresones…
● En la dieta reducir el consumo de lácteos, huevos, y proteína animal, y aumentar el de ensaladas (con ajo y germinados), de fruta y verdura. Consumir frutos secos crudos y productos integrales (la pasta, los cereales…). Y si es posible, que los alimentos sean biológicos u orgánicos.
● El ajo merece especial atención, porque además de ser antibiótico y antivírico, tiene propiedades anticoagulantes, fluidificantes de la sangre, y ahora que están apareciendo tromboembolismos en pacientes graves, puede ser una buena medida de ayuda a la prevención de estas complicaciones. Un par o tres dientes de ajo crudo al día, en ensaladas, verdura, o troceados y tomados con líquido, es una dosis recomendable. Para aquellos que tienen dificultad con el ajo crudo, hay preparados o comprimidos de este alimento. Este consejo, lógicamente, no es para aquellos que se están medicando con anticoagulantes (sintrón, warfarina…) o antiagregantes plaquetarios (aspirina).
● La vitamina D, considerada actualmente como una hormona por su implicación en múltiples funciones de nuestro organismo, es un elemento fundamental en la inmunidad. Debería suplementarse si sus valores están por debajo de la normalidad. En caso de duda, y
en situación de epidemia/pandemia como la actual, pueden tomarse una cápsula diaria de 4000 UI de vitamina D3 (colecalciferol), ya que al ser un precursor no hay riesgo de intoxicación.
● Procurar evacuar diariamente. El estreñimiento crónico es una fuente de fermentaciones y
putrefacciones intestinales que produce catabolitos tóxicos que se reabsorben y alimentan el
terreno para las infecciones. Si es necesario ayudarse con alimentos laxantes (ciruelas secas y
semillas de lino en maceración). Un enema es una ayuda excelente.
● El lavado nasal y los gargarismos con agua de mar (o una dilución de una cucharada rasa de
sal marina o del Himalaya en medio litro de agua) son muy útiles para prevenir, incluso acompañar
al tratamiento. En el caso de los gargarismos, añadiendo zumo de medio limón y unas 30 gotas de
própolis por vaso de agua. La cavidad nasofaríngea es el reservorio del virus, es de donde se toman
las muestras para hacer el diagnóstico, y es el origen de todas las “gotitas” que expulsamos al toser,
estornudar, o simplemente al hablar, y que producen el contagio. Por el mismo motivo que, como explicamos más adelante, se contraindican los vahos (por el arrastre de este fluido hacia los alveolos pulmonares), el arrastre y eliminación de parte de la mucosidad de esta zona, dondese almacena el virus, con el lavado nasal y los gargarismos (dos o tres veces al día) está indicado. Protegiendo la cavidad nasofaríngea, o disminuyendo el reservorio, la prevención y el tratamiento es más eficaz.
Para realizar durante la infección:
No podemos olvidar, que al igual que en la gripe, el tratamiento convencional de la covid-19 consiste en acompañar la enfermedad para aliviar los síntomas y evitar las complicaciones graves.
● Aplicar los mismos consejos que para la prevención, pero haciendo una dieta líquida, o máximo con alguna fruta, mientras haya fiebre.
● La fiebre es un mecanismo de defensa del organismo para superar la infección. Con la elevación de la temperatura por encima de 38ºC, además de frenar el crecimiento microbiano, el interferón, proteína que produce el organismo y que tiene capacidad antivírica y antibacteriana, se hace hasta tres veces más potente en su actividad, y la producción de linfocitos T, células del sistema inmunitario, se incrementa hasta veinte veces. Las combustiones internas que se producen en la fiebre por el aumento de temperatura, destruyen las sustancias morbosas, desintegrándolas y haciendo posible su eliminación a través de los emuntorios orgánicos (sudor, orina, respiración…).
Este efecto no sólo se produce sobre los posibles tóxicos de origen bacteriano, vírico, medicamentoso, etc. que acaban de llegar al organismo, sino también sobre los depósitos de catabólicos orgánicos que llevan tiempo produciéndose, contribuyendo a que pasada la fiebre el paciente recupere la vitalidad y alcance un grado de salud superior al anterior al proceso febril. Por todo esto, no aconsejamos suprimir inmediatamente la fiebre, sino acompañarla, evitando que supere los 40°C, con las medidas citadas anteriormente: dieta líquida con caldos vegetales, zumos, infusiones (de tila y sauco, que son plantas diaforéticas, que provocan sudor) y suplementos inmunoestimulantes, y, si es necesario, un enema. Además, reposo.
● Las clásicas envolturas de tronco (una tela de hilo u algodón sumergida en agua fría y escurrida, rodeando el tórax, envuelta por otra tela seca, más ancha, y una exterior de lana), de más de dos horas de duración, ayudan a transpirar y a bajar la temperatura del paciente al colaborar con la fiebre en la eliminación de tóxicos. Este es un remedio habitual, y muy efectivo, en medicina naturista.
● Si a pesar de todo, la temperatura supera los 40°C, o la fiebre alta se prolonga más allá de cuatro o cinco días, se puede reducir con paracetamol, pero no con ibuprofeno.
● Si hay síntomas importantes de disnea (falta de aire), sí que es imprescindible ir al hospital a hacer una placa de tórax para ver si hay afectación pulmonar, y si es así tratarla además farmacológicamente.
Aprovechamos para agradecer a todos los sanitarios que están recibiendo a los pacientes graves de la covid-19, el esfuerzo y sacrificio que hacen para ayudarles.
Para la prevención general:
Como hemos dicho anteriormente, no es viable una prevención para cada enfermedad. La naturaleza nos ha dotado de unos mecanismos de homeostasis o autorregulación que nos permite mantenernos en salud manteniendo un estilo de vida de acorde con su lenguaje, presente en nuestro ecosistema y en todos aquellos ecosistemas que nos rodean. Mantener nuestra salud es mantener la salud de nuestro entorno.
Unos consejos generales (en lo que depende de nosotros como individuos, no como sociedad) que pueden servir para mantenernos sanos y dificultar la aparición de cualquier patología, incluida infecciosa, son los siguientes:
● Ser ordenado. Ser regular en el horario de comidas y en el de descanso. Dormir como mínimo unas ocho horas para reparar el desgaste diario.
● Hidroterapia matinal. Al levantarse es aconsejable tomar una ducha caliente seguida de unos segundos de agua fría, para empezar el día con vitalidad. Finalizar siempre la ducha o baño, sea cual sea la hora del día y la fecha del año, con agua fría. Este ejercicio cardiovascular es necesario para la prevención de resfriados y la salud de las arterias. El agua fría nunca puede perjudicar si el cuerpo está caliente.
● Ejercicio o actividad física diaria. Es conveniente practicar diariamente una actividad física para fortalecer nuestro organismo y descargar tensiones. Sería ideal practicarla al aire libre si es posible. El paseo es una buena opción. Es fundamental aprender a respirar bien.
● Evitar los hábitos tóxicos. El tabaco, las bebidas alcohólicas, el café… son sustancias tóxicas que, tomadas regularmente, crean adicción y sobrecargan el hígado, riñones, pulmones… Si se toman, mejor de forma puntual.
● Cuidar la dieta. Es recomendable comer diariamente abundantes frutas, verduras, cereales integrales y frutos secos, preferiblemente de cultivo ecológico. Hay que controlar el consumo de carnes, pescados, huevos y productos lácteos, no tomándolos más de dos o tres veces a la semana. Deben evitarse en las comidas, de forma habitual, los alimentos refinados, vísceras, mariscos y embutidos.
● Beber suficiente agua o líquidos. Lo adecuado, es beber de uno (en invierno) a uno y medio o dos litros (en verano) de agua o líquidos diarios. El agua nutre los tejidos y arrastra las toxinas hacia el exterior a través de la orina y el sudor. Dependiendo de la dieta (si es más o menos hidratada) y la actividad física realizada, estas cantidades pueden variar.
● Un tiempo para el ocio. Es necesario encontrar espacio durante el día para uno mismo. Practicar una afición, como leer, escribir, pintar… ayuda a nuestra realización personal.
● Saber compartir. Hay que aprender a recibir ayuda y darla; a escuchar y hablar. Hay que ejercer la solidaridad.
● Flexibilidad mental. Ser tolerante con la opinión de los demás y desarrollar el sentido del humor es imprescindible para mantener nuestra salud física y psíquica.
● Respetar el entorno. Recordemos que el ser humano no es el centro del universo, y más que a dominarlo ha de aprender a entenderlo y a situarse armónicamente en él respetando todo lo que le rodea, porque la supervivencia del medio en que vivimos es nuestra propia supervivencia.
Resumen extraído del artículo original del Dr. Pedro Ródenas, actualizado en mayo, cuya lectura íntegra recomendamos en la siguiente página web:
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